Antes de comprobar que millones de hipotecas estadounidenses no se cobrarían nunca (convertidas en basura) y de que se tambaleara el sistema financiero mundial hasta casi hundirse, en 2007 se calculó que el Producto Interior Bruto mundial (PIB: todos los bienes y servicios producidos) era de 63 millones de millones de dólares. Un valor tangible. Sin embargo...
Bajo la presidencia de Bush, por ejemplo, los 400 estadounidenses más ricos cuadruplicaron sus fortunas. Pero, según la Oficina Federal del Censo de Estados Unidos, en ese tiempo los pobres aumentaron en 1.700.000, hasta 35 millones de pobres. Y hoy ya son 46.
En 2003, la FAO contabilizó 18 millones de hambrientos más en el mundo que ocho años antes. 842 millones. Hoy son casi 1000. Como también son mil millones quienes malviven en favelas, villas miseria o bidonvilles. Más medio millón de mujeres que mueren anualmente por complicaciones del embarazo o parto que no ocurren en países ricos. Más...
Antes de la crisis, hubo bonanza económica, incremento del PIB. Pero la mayoría de ciudadanos del mundo ni se enteró.
Ahí está la cruda realidad. Además de sufrir pobreza, hambre y otras calamidades, miles de millones de seres humanos aguantan como pueden. Y no por casualidad o mala suerte. El crecimiento económico que indica el PIB no garantiza nada en un sistema voraz, desigual, injusto, insostenible, suicida, depredador y antidemocrático.
Las cifras verdaderas sobre la situación y vida de las personas explican cómo son las cosas realmente. Y este sistema, con su PIB como estrella polar, sólo asegura un beneficio descomunal para la minoría de los que más tienen, más generosas migajas para auxiliares, sirvientes, siervos, asesores, encubridores y cómplices.
Una economía no funciona (por mucho que el PIB saque pecho) si no satisface las necesidades sociales básicas de la inmensa mayoría de los ciudadanos: alimentación suficiente, vestido adecuado, vivienda digna, atención sanitaria, educación, desarrollo personal (no sólo profesional o laboral)...
No es así. Por eso esta economía neoliberal es un espejismo. O algo peor.