Los responsables del penal limeño de Canto Grande desarticularon una escuela que el grupo terrorista Sendero Luminoso mantenía en dicha cárcel y en la que se adoctrinaba a presos y familiares, informó la prensa local.
La situación en Canto Grande era tan complicada que los funcionarios del penal tenían prohibido el ingreso en los pabellones, ya que estos eran controlados por los presos de Sendero (unos 80 por pabellón), e incluso algunas puertas de ingreso habían sido bloqueadas desde adentro con metales.
La labor de los alcaides era prácticamente nula, ya que sólo podían vigilar desde el exterior de cada pabellón.
Los informes de inteligencia señalan que no sólo se impartían clases, también se inculcaba una disciplina casi militar.