El que los panameños sientan que el nuevo gobierno de la Patria Nueva no ha hecho avances suficientes en la lucha anticorrupción, debe ser algo que preocupe a la actual administración, cuyo tema de campaña fue el de "Cero Corrupción".
Más del 50 por ciento de los panameños estiman que la corrupción aumentó este año en Panamá. Además tilda a los partidos políticos, a la Asamblea Nacional de Diputados y al Organo Judicial, como instituciones muy corruptas.
Al analizar esa percepción salta a la vista que en Panamá pocos son los llamados monos gordos los que han están presos. Los llamados delincuentes de cuello blanco nunca pisan las cárceles por su influencias políticas o económicas.
Los que se roban una guayaba son rápidamente encerrados en prisión, pero los que roban fondos públicos pasean su impunidad frente a toda la sociedad panameña.
Cuando la justicia en verdad sea ciega e igual para todos, Panamá podrá volver a recuperar la credibilidad en sus instituciones, de lo contrario, las cacareadas campañas anticorrupción caerán en oídos sordos.
El problema es que los políticos no se investigan. La Corte no investiga a los diputados, porque los diputados son los que investigan a los miembros del Legislativo y como reza el dicho: caimán no come caimán.
Así las cosas, las denuncias por corrupción dormirán indistintamente en los despachos de la Corte o del Palacio Justo Arosemena y entonces será permanente la percepción popular de corrupción, sin importar el gobierno que suba al poder.
El problema es que la gente más que palabras bonitas quiere acción y cuando en verdad se procesen a los grandes ladrones, entonces se empezará a creer en la lucha anticorrupción.