Es un placer muy grande poder compartir con todos los lectores, y darle gracias a Dios. De este hermoso joven y pequeño país de Panamá; que nos ha acogido como misioneros durante 4 años involucrados y sirviendo en proyectos cristianos, sociales, educativos, deportivos y salud con el gobierno, la empresa privada y la iglesia. Voy a exhortar con mucho temor y reverencia delante de Dios y de los hombres; hoy en día vivimos en una sociedad de consumismo y materialismo, apariencia, vanidades, desamor e insensibilidad y falta de empatía por los más necesitados. Los desechables, madres abandonadas, los presos, los niños, la desnutrición, la violencia y la desintegración familiar, los que no pueden proveer sus necesidades básicas primarias, comida, casa, vestuario, salud y educación este último favor importante en el desarrollo y calidad de vida en todos los países en vías de desarrollo. No ha sido fácil nuestro Ministerio y servicio de Dios acá en Panamá, primero el choque de culturas y la idiosincrasia del panameño.
Tratando de servir, ayudar, asesorar, crear y desarrollar proyectos y capacitar al personal humano a través de la iglesia y cumplir con el llamado y voluntad de Dios en nuestros corazones. Pero siempre habrá oposiciones, se van a levantar barreras e intereses y egoísmos con los que menos tienen.
La palabra de Dios está muy comercializada en una gran mayoría de la iglesia, los mensajes y la predicación van enfocados al dinero y otras cosas materiales que es lo que atrae y le gusta a la gente. Esto es producto de la ignorancia y de no escudriñar las escrituras, está de moda el evangelio de sensacionalismo, emocional y de exageraciones. Esta es una concepción errada y engañadora cayendo a veces en la manipulación e irrespeto con los creyentes o miembros de la iglesia.
Jesús vino a servir, a dar y a transformar vidas y no ha servirse de los demás creyentes, sacando beneficio personal y no habiendo una unidad en beneficio de todos.