El Señor Reina. En el último domingo del ciclo litúrgico, la Iglesia quiere pronunciar solemnemente esta verdad: Dios reina en el universo que Él ha creado. Es Rey por ser creador. La Iglesia proclama la obra de la creación y, mediante ésta, proclama «el Reino de Dios» en el mundo: el Reino de Dios «existe».
Al mismo tiempo, la Iglesia ora tal como Cristo ha enseñado: «Venga tu Reino». El reinado de Dios forma parte ya de nuestro tiempo, pero pertenece aún más el futuro. En Jesucristo, Dios es el que es y el que era, pero también el que viene. El reinado de Dios tiene respecto de la humanidad, mediante la obra de la redención, su pasado, su presente y su futuro. Tiene su historia, que se desarrolla paralelamente a la historia de la humanidad. En el centro de esta historia está Jesucristo.
Jesucristo es un Rey que ama. Nos ha amado tanto que ha derramado su sangre por nosotros; nos ha liberado del pecado, pues «sólo» el amor es capaz de librarnos del pecado. Liberándonos del pecado, ha hecho de nosotros el Reino de Dios. Su Reino «no pasa nunca». Jamás pasa el Reino «de la verdad, del amor, de la gracia y del perdón». Su Reino no está sujeto a decadencia. Tampoco pasa en El el reino del hombre. Sólo en El se puede seguir teniendo esperanza en un mundo donde la verdad y el amor están amenazados de tan diversas maneras, donde el pecado adquiere cada vez más derecho de ciudadanía, donde el hombre puede llegar a ser víctima de las terribles energías que él mismo ha desatado.
Dirijamos nuestras miradas hoy con los ojos de la fe hacia el Reino de Cristo, y repitamos: Venga tu Reino.
Reflexión del Papa Juan Pablo II, tomada del libro "Conmigo Día Tras Día".