Desde ya se van perfilando los potenciales candidatos a la Presidencia de la República para los comicios del año 2014.
Sin duda, que en un país donde la tradición ha sido la alternabilidad en el poder, el abanderado de la oposición siempre lleva una ventaja sobre el candidato oficialista, a menos que el gobierno en ejercicio haga una excelente labor.
Así las cosas, si el actual gobierno pretende repetir en el 2014, deberá ejecutar pronto los macroproyectos que requiere Panamá para transformarse en un mejor país. El MetroBus, el Metro, los hospitales, las nuevas carreteras, el saneamiento de la bahía, abaratar el costo de los alimentos y dotar a los niños de una educación de primera, son parte de las obras que no deben quedarse en meras promesas.
Los panameños, pese a un gobierno caracterizado por la confrontación, reclaman soluciones. El tiempo dedicado a las pugnas debe ser aprovechado para dar respuestas a los problemas nacionales.
En el campo de la oposición, el candidato perredista debe hacer esfuerzos para lograr la unidad verdadera. En el llamado partido de Omar, cada cierto tiempo se anuncian encuentros para fortalecer los lazos, pero tan pronto salen de la reunión, se acentúan las luchas internas, que ponen en peligro el triunfo de cualquiera de sus candidatos.
Los partidos tradicionales no deben olvidar que ahora más que nunca, la izquierda panameña ha tomado mayor fuerza. Quizás no tengan opción de triunfo en el 2014, pero será una fuerza representativa en los próximos comicios y su crecimiento dependerá de las propuestas y su estrategia de sumar a diversos sectores.
Sin embargo, más que candidaturas, los partidos deberían estar preocupados en preparar desde ya los planes de gobierno que ejecutarían al llegar al poder, para no estar improvisando sobre la marcha.