La televisión alemana ha estado divulgando en Occidente un reportaje sobre la muerte de dos periodistas, un español y un ucraniano, mientras cubrían la ocupación de Iraq por tropas norteamericanas. El incidente, según los periodistas que presenciaron el hecho, ocurrió mientras soldados del Pentágono se enfrentaban a un grupo de fedayines, los cuerpos armados leales a Saddam Hussein, en el centro de Bagdad. Los periodistas, quienes firmaban escenas y narraban el incidente armado, desde los balcones y la azotea del hotel Palestina, dijeron que, de repente, uno de los tanques de las fuerzas armadas de los Estados Unidos disparó sobre el lugar donde estaba apostada la prensa internacional, matando a dos de los camarógrafos extranjeros que reportaban los hechos.
¿Error o premeditación? Lo cierto es que el bochornoso incidente pone en evidencia el peligro a que se someten los periodistas cuando tratan de informar desde un ángulo imparcial los conflictos bélicos. Igual queda al descubierto la intención de las partes involucradas en combate de acallar a la prensa con fines aviesos de mantener ventaja sobre su adversario en el plano de la propaganda, algo que ha sido costumbre en las guerras que han azogado a la humanidad.
¿Responsables? Los testimonios recabados en el sitio de la barbarie arrojan como resultado que el alto mando militar norteamericano en Iraq sabía de la presencia de periodistas extranjeros en dicho hotel.
El caso está ahora en manos del juez español Baltasar Garzón, y los familiares de los periodistas asesinados adelantan las demandas correspondientes, después que el gobierno de España retiró su participación junto al Pentágono en la guerra en Iraq.