El barón Pierre de Coubertin (1863 - 1937) descendía de una familia que había dado gobernantes a la nación francesa durante muchos siglos. Pierre heredó y adoptó la idea de que debía dedicar su vida al crecimiento cultural y político de su natal Francia. (Aquí nadie adopta ni hereda nada).
Como muchos intelectuales de su época, Coubertin imaginó diversas formas de fortalecer el rol de su país en el concierto de naciones (algún dirigente panameño tendrá esa capacidad) y, con semejante estado de ánimo, realizó viajes a Estados Unidos e Inglaterra.
En sus visitas a Norte América e Inglaterra Coubertin observó todo lo que deseaba y así estableció que las características distintas de la educación en aquellos países se debía a su "equilibrio"; es decir, al hecho de que ingleses y norteamericanos educaban cuerpo y mente por igual (En Panamá algunos "ilustres" dirigentes viajan a sociedades desarrolladas y no aprenden nada).
A partir de 1889 Coubertin dirigió toda su energía y medios económicos a la tarea de organizar el deporte en Francia. Él habría quedado fuertemente impresionado por el deporte de las clases dirigentes inglesa y norteamericana, y tenía el deseo de aplicarlo en la educación francesa.
Lo que le preocupa a Coubertin eran las relaciones con los políticos y los funcionarios que podían ayudarle en la consecución de la tan anhelada "educación equilibrada" a que aspiraba para todos sus compatriotas.
A finales de 1892, Coubertin lanzó la idea de "restablecer la gran y noble institución de los Juegos Olímpicos, adaptándolos a la condiciones de la vida moderna".
Es por todo lo antes dicho que diversos historiadores han plasmado que la forma regular adoptada por las manifestaciones cumbres del deporte moderno se deben a la visión y tenacidad del barón Pierre de Coubertin.
Coubertin tuvo que hacer frente a situaciones adversas, pero eso no le impidió alcanzar su objetivo. En Panamá hay dirigentes que parecen eterno y sufren de ceguera y, es por ello, que no avanzamos.