Igual que en Afganistán, Irak y en las zonas ocupadas palestinas, la violencia terrorista parece propagarse hacia un país cuyo simbolismo e influencia histórica definen al mundo musulmán: Arabia Saudita.
En la tierra del profeta Mahoma, decenas de ciudadanos occidentales, sobre todo norteamericanos, han muerto a causa de secuestros, asaltos, tiroteos y acciones punitivas de las fuerzas leales a la red terrorista Al Qaeda de Osama bin Laden.
Poco hace el gobierno del reino saudita, claramente impopular entre la mayoría de la población wahabita, en frenar los ataques contra occidentales. Peor aún, crece el respaldo a la causa del jefe terrorista que lanzó los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Dos sondeos, uno efectuado por un consultor saudí y otro por la televisora qatari Al Jazeera, demuestran que los árabes apoyan a Bin Laden, pero no su forma de lucha contra Occidente.
Igual, los saudíes piden la salida de los extranjeros de la tierra santa musulmán donde está el templo de la Kaaba, en la Meca.
Para los saudíes, la presencia de Estados Unidos en la península arábiga y en la ocupada Irak representan una ofensa al Islam, debido a que las tropas norteamericanas y sus aliados son no musulmanes, es decir, "infieles".
Esta inestabilidad en Arabia Saudita puede empeorar si el régimen del príncipe heredero Abdullah es derrocado por las fuerzas de Osama bin Laden. Sería todo un desastre.
En cuanto a los extranjeros, cuya población en Arabia llegan a los seis millones, su vida ya no es placentera en esta tierra llena de riquezas petrolíferas. Ahora, si no crees en Mahoma, te pueden degollar.