La segunda ronda de negociaciones para la firma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos terminó sin mucha bulla. Se esperaba una decisión sobre la solicitud de Panamá sobre la exclusión de los 16 rubros sensitivos, pero todo quedó en gestos de caras largas, no muy agradables por cierto, pero nada claro.
Las expectativas se alargan aún más, pues los productores abrigan sus esperanzas en que se logre lo más beneficioso para ellos, lo contrario sería abordar temas y gastar palabrería para que el final se estire el fracaso de las negociaciones como quien hala una liga.
El tercer asalto será esta vez en Panamá el 12 de julio. Dicen que los de casa tienen siempre las ventajas, pero en esta ocasión no parece ser esta tesis que se aplique por los grupos que se han pronunciado contrario a las negociaciones entre ambos gobiernos por considerarlo perjudicial para nuestra economía.
En esa tercera ronda se espera al menos cerrar unos siete capítulos del texto entre los que se encuentran los de bienes industriales, inversiones, servicios financieros, servicios, transparencia y normas de origen.
En la práctica esto implica que ambas partes tendrán que mover algunas de sus posiciones iniciales en lo que respecta a bienes industriales, mientras que en los bienes agrícolas harán solicitudes específicas producto por producto para que la contraparte mejore la propuesta hecha inicialmente.
Aún las nubes grises anuncian que puede haber un mal tiempo, pero la lluvia no ha caído. Este es el ambiente que brinda unas negociaciones que encierran elementos poco favorables para los locales.
Estamos a un mes para iniciar el tercer asalto. Un tiempo adecuado para cargar las pilas y replantear la estrategia de ataque para lograr beneficios reales.