La rusa Dinara Safina gritó, se culpó, reconoció que no tuvo agallas y cayó destrozada por la presión de ser la número uno del mundo y la obligación de ganar la final de Roland Garros para demostrar su condición, y eso, unido a la regularidad de su compatriota Svetlana Kuznetsova, pudo con ella.
Kuznetsova, mucho más tranquila, más elástica, sin tanta tensión, más regular, se impuso por 6-4 y 6-2 en 71 minutos en la segunda final femenina rusa en la historia de Roland Garros y logró el segundo Grand Slam de su carrera (Abierto de EE.UU. en 2004).
Sembró, además, las dudas en torno de Safina. No en vano, Sveta es la única jugadora que ha sido capaz de vencerla este año en la temporada de tierra batida, en la final de Stuttgart.