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El misterio de la Santísima Trinidad

Fundación | Pro Fe

Vamos a intentar entrever lo que es la Alegría de Dios, a fin de poder decirle mejor: ¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro, que cada minuto me conduzca más profundamente dentro de la profundidad de tu alegría!

LA ALEGRIA DEL PADRE
La alegría del Padre es engendrar a su Hijo. Los cristianos no se sorprenden de que en el corazón de los padres y las madres exista un deseo tan grande de transmitir la vida y de llenar de ternura a sus hijos. Es porque saben que esos papás y esas mamás fueron creados a imagen de un Padre cuya felicidad es darle Él mismo todo lo que tiene a otro. A su Hijo no le da lo mejor de sí mismo. Le da todo lo que tiene, todo lo que es, sin que por ello pierda nada de lo que es Él mismo.

La alegría del Padre es, finalmente, ver el impulso de agradecimiento con el cual su Hijo se vuelve hacia Él. El agradecimiento eterno de su Hijo colma su corazón de Padre.

LA ALEGRIA DEL HIJO
Todos estamos llamados a compartir, ya desde esta vida, esta alegría del Hijo bien-amado: la alegría de acoger el amor del Padre y la alegría de lanzarse hacia Él. Aunque recibe todo de Él, no es inferior a su Padre. No hay ninguna desigualdad entre ellos. "Luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero"; es tan perfecto y tan feliz como su Padre. Si los seres humanos pudieran comprender mejor, a la luz del misterio trinitario, ¡que no existe ninguna humillación en recibir mucho de otro!, ¡que no es razonable envidiar a quienes recibieron primero unas riquezas que después comparten con nosotros!. ¡Si tan sólo pudiéramos comprender, sobre todo, que, a ejemplo del Hijo, estamos invitados a acoger todos los talentos de nuestra vida, cada día que empieza, como un don de nuestro Padre del Cielo!

LA ALEGRIA DEL ESPIRITU SANTO
En Dios, el impulso de amor es una Persona. Cuando el Padre le dice a su Hijo: "Hijo mío", el efluvio de amor que va del Padre hacia el Hijo es el Espíritu Santo. Y cuando el Hijo le dice a su Padre: "Abbá!", la música de esta declaración de amor, es siempre el mismo Espíritu Santo.

LA ALEGRIA DE DIOS
Las tres personas divinas, realizan, en perfección, el sueño de toda comunidad humana, familiar o política: la unidad en la diversidad -que cada uno siga siendo él mismo sin dañar la unidad del grupo.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de tal manera forman UNO que no tienen, entre los tres, más que una sola inteligencia, una sola voluntad, una sola actividad. Es muy poco decir que toman sus decisiones en unanimidad. No hay más que una palabra en Dios, la que el Padre pronuncia con amor bajo el impulso y con la música del Espíritu.

No es, pues, sorprendente que nuestros corazones tengan un deseo tan arraigado de formar familias en las cuales se conserven a la vez la personalidad de cada uno y el buen entendimiento entre todos: es porque estamos creados a imagen de la Santísima Trinidad.



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