La marcha por la seguridad ciudadana y en rechazo a la violencia y el crimen, desarrollada el pasado domingo, fue una muestra contundente del hastío, impotencia y frustración que siente el panameño ante la ola de homicidios, robos violentos, ejecuciones, secuestros y demás hechos criminales que se vienen suscitando.
También nos muestra que la situación está obligando a los mismos ciudadanos a levantar su voz públicamente y organizarse para combatir el crimen y la violencia, presentando propuestas para darle un freno a esta situación, ante la incapacidad de sucesivos gobiernos para hacerle frente.
La convocatoria fue masiva, a pesar de que el clima fue adverso. Con todo y la lluvia, miles de personas marcharon vestidos de blanco a lo largo de la Cinta Costera, llevando pancartas y gritando consignas contra la violencia, venga de donde venga.
Se trata de una verdadera movilización ciudadana que demuestra que cuando los panameños se unen en un fin común, pueden lograr grandes avances que fortalecen la democracia, como ocurrió durante la última década de la dictadura, cuando la Cruzada Civilista unió al país contra Manuel Antonio Noriega.
Los ciudadanos han puesto a rodar una bola de nieve que deben cuidar para que no deje de crecer. El órgano Ejecutivo acogió una lista de propuestas de seguridad provenientes de los grupos de la sociedad civil, las cuales podrían convertirse en leyes. Los ciudadanos deben mantener la presión sobre los gobernantes para que esta iniciativa no se hunda en la burocracia, la corrupción y la desidia propia del aparato gubernamental panameño. La lucha por recuperar la paz no hecho más que comenzar.