Ayer en el estadio Rommel Fernández, templo del fútbol nacional, había un ambiente de luto, tal vez como recordando al futbolista desaparecido, un 6 de mayo, hace 11 años en un trágico accidente de tránsito.
Las gotas de lluvia que caían sobre el coloso de Juan Díaz, daban su bendición a un coliseo que merece un mejor trato.
A nuestra llegada lo primero que vimos fue un cuadro, junto a una placa de la presidenta Mireya Moscoso, a la entrada del maltrecho lobby.
Las paredes del recinto muestran una cara muy por debajo de lo que debe ser un escenario deportivo que lleva el nombre de una leyenda del balompié local.
Los pasillos con charcos de agua, y los baños en un estado insalubre donde no sale ni una gota de agua de los grifos, son una muestra de cómo se encuentra esta obra deportiva.
Lo más decente que se observa en el coliseo es la grama y los cuadros con fotos de Rommel Fernández que están en la oficina de la Federación Panameña de Fútbol.