Un gigante se hizo sentir ayer en Estados Unidos. Se trata de comunidad hispana que se calcula en más de 12 millones de personas. Fue una jornada denominada "un día sin inmigrantes", cuyo objetivo era hacer sentir la fuerza laboral en ese país para presionar al Congreso a que apruebe una reforma migratoria integral.
La acción fue descrita como un hecho sin precedentes y que llenó sus expectativas, pues, solo en Los Angeles, más de 100 mil personas comenzaron la jornada acudiendo a una de las dos marchas convocadas, y también fue especialmente multitudinaria la protesta en Nueva York.
El clamor del pueblo hispano dejó sus huellas a nivel mundial, pero en Estados Unidos ya comienza a robustecerse. Un ejemplo claro de que esto es así es, por ejemplo, el poder adquisitivo del este grupo que se calculó en el 2004 en más 700 millones de dólares y una proyección de más de 10 millones de votantes para el 2008, en comparación con los 5.9 millones del año 2000.
Es cierto que los países deben mantener controles para estabilizar un patrón de crecimiento interno en todos los aspectos socioeconómicos, pero también es cierto que la nación más poderosa del mundo nació de un puñado de inmigrantes que se unió para trabajar duro para lograr lo que hoy día son. Esto no quiere decir que los latinos no quieran aportar su grano de arena y esforzarse el doble para ayudar a ese país, que le abrió las puertas y a sus familias.
Es bueno que se consideren los gritos de estas personas que piden una ley integral y más humana porque sí es cierto que ellos también forman parte de la economía estadounidense.