Panamá como país de tránsito y nación limítrofe con Colombia es un punto importante para el tráfico de armas, narcóticos e ilegales.
Una reciente incautación de fusiles AK-47 revela que el ilegal comercio de canje de armas por cocaína está vigente. El equipo bélico proviene de Centroamérica, ingresa por la frontera con Costa Rica y luego es llevado hasta la otra frontera, donde se negocia con la guerrilla o los paramilitares colombianos.
Esa actividad pone de manifiesto de reforzar los controles fronterizos para disminuir las posibilidades que el país sea utilizado para ese comercio ilegal.
Las armas y las drogas traen consigo la muerte. Varios de los asesinatos perpetrados en los últimos meses tienen algún nexo con ese tráfico. El tumbe de cocaína y fusiles origina el traslado de sicarios a Panamá, que vienen a sembrar el terror en las calles de nuestro país.
Al mismo tiempo, los estamentos de seguridad no cuenta con el presupuesto necesario para realizar operaciones antidrogas. Un reciente informe del Departamento de Estado norteamericano destaca el aporte del Servicio Marítimo Nacional y del Servicio Aéreo, en las acciones para frenar el narcotráfico, pero pone de relieve la falta de recursos.
Hay una realidad, mientras Estados Unidos refuerce sus fronteras para evitar el ingreso de cocaína y otras drogas, esos narcóticos se quedarán en el país que sirva de tránsito.
Por eso es una triste realidad, el incremento de drogas por parte de la juventud panameña. La lucha contra flagelos como el tráfico de drogas, armas e ilegales, debe ser permanente.