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COMENTARIO
  OPINIÓN


La serenidad interior

Por: Joaquin A. Arias. | Colaborador

Nadie puede sentirse como en casa en su propio cielo hasta que haya aprendido a estarlo en su propio infierno. La apreciación total de la serenidad interior sólo es obtenida por aquellos que han sido de una u otra manera forzados a enfrentarse con sus propias debilidades, y la posibilidad de sus propios fracasos interiores. La búsqueda de la serenidad empieza con el verdadero deseo de querer descubrir y reconocer honestamente los puntos de nuestra vida en que no hemos crecido lo suficiente. La base para fortalecer la serenidad se encuentra en el punto donde uno se da cuenta de sus propios límites, ese punto en el que uno considera necesario escoger entre la vida y la muerte, entre el deseo de vivir y el de entregarse a la desesperación. Es cuando uno debe decidirse entonces si se sigue a lo largo de la autosuficiencia egocéntrica y se muere, o si se hace un esfuerzo hacia el conocimiento de sí mismo y se vive.

La creación nos dio instintos para cumplir un propósito, sin estos instintos no seríamos seres humanos completos. Si los hombres y las mujeres no se esforzaran por su seguridad personal, ni hicieran ningún esfuerzo para cosechar sus alimentos o construir su albergue, no sobrevivirían. Si no se reprodujeran, la tierra no estaría poblada, si no existiera el instinto social, la sociedad no existiría. Así estos deseos de relación sexual, de seguridad material, emocional, y de compañía, son perfectamente justos y necesarios, y ciertamente son dones de Dios. Sin embargo, estos instintos tan necesarios para nuestra existencia, nos dominan e insisten en dominar nuestras vidas. Nuestros deseos sexuales, de seguridad material, seguridad emocional, y de obtener una posición importante en nuestra sociedad, a veces tiranizan a los individuos, y es por esto que cuando los deseos naturales del hombre se desequilibran, le ocasionan graves dificultades; no hay ser humano, por más bueno que sea exento de estas tribulaciones. Puede decirse que los problemas emocionales que son casos de instintos mal encausados, se convierten en riesgos físicos y mentales para el ser humano.

La búsqueda de la serenidad, no siempre se manifiesta en términos de dinero. Muy a menudo encontramos al ser humano asustado empeñado en depender de otra persona más fuerte que el que lo guíe y proteja.



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