Desde que el hombre puso su primer pie en tierra tuvo muchas necesidades básicas como: la alimentación, vestido y vivienda, por lo que recurrió a las bondades de la naturaleza, es por ello que los árboles y hierbas han sido uno de los recursos más apreciados por la humanidad.
Lastimosamente la evolución o creación nos ha colmado con enfermedades y/o padecimientos para algunos que son pruebas en la vida, y para otros, mecanismo de control de la población, lo cierto es que siempre buscamos una cura, y nuevamente las plantas son nuestra solución inmediata, sus hojas, néctares, savias, raíces, enzimas, compuestos químicos, en fin, alguna parte de la planta contenía el vermífugo ante el mal.
Con el desarrollo de la revolución científico-industrial se logró desarrollar importantes enseres de la higiene personal que permitieron el aumento exponencial de la población como la tenemos hoy día, entre esos inventos están el jabón y la vacuna.
Ya para 1867 la industria farmacéutica se desarrolló enormemente, logrando sintetizar los ingredientes activos que contenían las plantas, como la popular aspirina (ácido acetilsalicílico) que se extrajo primeramente del sauce blanco Salix alba, así las plantas pasaron a ser un botiquín de segundo plano para la nueva humanidad recién industrializada.
Pero, actualmente muchos ambientalistas consideran que la industrialización y preparación química de las medicinas y hasta de alimentos, son los responsables de serios casos de genéticos y de las múltiples enfermedades incurables que son desahuciadas por la medicina convencional. Aparte que cada día pareciera que los medicamentos suben de precio, convirtiéndose la salud en un lujo.
A razón de lo anterior, está tomando ahínco una nueva generación de estudiosos, creyentes y practicantes de la medicina naturista o botánica.
En nuestro pequeño istmo, las tribus precolombinas tenían técnicas naturistas de gran aprecio, pero con la llegada de los colonizadores muchas de esos conocimientos abrieron paso a la cultura hispánica.
En los diferentes pueblos del interior, todavía podemos ver cómo algunos adultos mayores hacen infusiones de alguna hierba u hoja para algún malestar propio de sus familiares y hasta de los extraños y que en algunos casos los resultados son muy efectivos.
La provincia de Bocas del Toro no escapa a esa realidad, pero con nuestra singularidad tropical y componentes étnicos hacen que aquí los remedios caseros tengan un poco de particularidad.
Una de las personas que guarda la tradición de curar con insumos de la naturaleza es el señor Vicente Duboi, un indígena gnöbe, quien contó que sus conocimientos los heredó de su abuelo.
Agregó que vive de eso, pero que sólo cobra para vivir, no le interesa la publicidad, por lo que nos rogó que no les tomáramos fotos.
El nos comentó que en la provincia bocatoreña es común utilizar plantas como: jengibre, bay runm, sorosí, zorrillo, nuez moscada, coco y cilantro.
Duboi dijo con algo de tristeza ver cómo existen personas que se han dedicado a la magia más que a la medicina botánica y se hagan llamar botánicos, es una posición que ha denigrado a esta sabia profesión que por mucho tiempo curó a las personas de comunidades rurales.
El entrevistado manifestó que a la medicina botánica se le asocia con la magia y asuntos místicos, y por eso ha pérdido mucha credibilidad.