El martes en la noche, fuimos parte de un evento que nos obsequió la Autoridad del Canal en la propia entraña de la geografía canalera. Una revista cultural de verano, cantos y ritmos de América, dirigido por el eximio maestro nacional Dino Nugent, quien magistralmente montó esta revista musical sobre el factor imperante en la historia y desarrollo de los pueblos de este continente, aprovechando la influencia religiosa y cultural luego del siglo XV con la conquista y colonización por los europeos.
Las tres fuentes del folklore en el continente, el acervo indígena, la influencia africana y el español, nos otorgaron con sus cantos y melodías una cascada de emociones, luz, sonido y color.
El joven intérprete Leo Almengor, con su pegajoso mosaico caribeño, nos inicia ese torrente que da continuidad a la cadencia de piezas como La pollera coleraá y La gota fría.
Tillito Valderrama y su mariachi, nos conversan musicalmente con su folklore, estilo de vida y entretenimiento; dando paso al pasado feliz y rumboso, rememorando al estilista tropical Benny Moré, proyectándose a todos los rincones de nuestra joven América. Jhonny Cuba con esa voz profunda que retumba en la guaracha, el guaguancó y el mambo de Pérez Prado, el son montuno de Cascarita, la rumba y el bolero de Toña La Negra y Blanca Rosa Gil. Nuestra Marta Estela Paredes con el timbre y su tono especial acariciador, nos deja con la vieja Luna y Dos Gardenias.
La nueva trova, con su compromiso humanista que ha representado la ráfaga audaz cincelando en la venas y el alma en la imagen dulce y vibrante hasta el paroxismo de Ingrid de Ycaza; quien interpretó Rabo de Nube y en Breve Espacio.
Babito y Priscila Moreno nos remontan a la Brasil de la Samba y el confeti y nos suben y bajan sobre las olas con La chica de Ipanema.
Alexander y Alejandra Saintpé nos inquietan con su cumbia y merengue, deslizándose australmente a la pampa argentina con El día que me quieras.
Judy y Zully en un poemario de reinos ardientes de la Chile indígena y colonial de Gabriela Mistral y Violeta Parra. No podía faltar, claro está, esa combinación de las Islas Británicas y de los Esclavos africanos que entretejen lo que se conoce como la revolución musical del siglo, el jazz, dejándonos en esa geografía para transportarnos más al norte, New York, siendo precisamente la pieza que nos interpreta el incomparable Miguel Fernández. Julio Bordanés y Edgar King dan paso al aire contagioso y peculiar de la música norteamericana, recogiéndose la savia del máximo intérprete del regaee, Bob Marley.
En la simbología, Macchu Picchu es Perú. También lo es su música mezcla del riquísimo folklore andino y la costa, y es el trío Los latinos, quienes acogen la obra de Chabuca Granda para luego deslizarse al tono llanero venezolano del maestro Simón Díaz y su Caballo viejo.
