Los pueblos tienen derecho a festejar el carnaval, pero sin perjudicar al resto de la población. Resulta incomprensible que la vía Bolívar, una de las principales avenidas de la capital se cierre por casi una semana para dar paso a los festejos del Rey Momo.
Cada día, los panameños sufren el calvario de los tranques en casi todas las vías principales. La avenida Balboa está afectada por la construcción de la Cinta Costera. En la vía Ricardo J. Alfaro se construye el paso elevado vehicular en la intersección con la Avenida La Paz. En la vía Tocumen se desarrollan trabajos de reparación.
Los automovilistas y los que utilizan el transporte público deben armarse de paciencia para soportar horas en las carreteras. Largas colas se aprecian en las vías y el consumo de combustible aumenta.
Panamá es uno de los países con mayor parque vehicular y no cuenta con muchas avenidas para desviar el tráfico; se cierra una calle y casi de inmediato se forma el caos.
El gobierno debe compensar de alguna forma a los contribuyentes, sobre todo ahora que por un festejo financiado con fondos públicos, se bloquea la vía Bolívar. Una compensación sería autorizar el tránsito libre a través de los Corredores Norte y Sur.
Al mismo tiempo, ya es hora de lograr un área para los desfiles del carnaval que no afecte tanto el tráfico vehicular y que ésta también se utilice para otro tipo de eventos que congreguen multitudes.
No es que se trate de eliminar el carnaval o que los que cuestionan el cierre de las vías sean amargados, como exclamó uno de los dirigentes de la junta que organiza esa fiesta de la farsa. Panamá no es una aldea, es un país con un centro financiero internacional, la principal Zona Libre del hemisferio y un Canal Interoceánico, que no se puede dar el lujo de trancar una de sus principales calles por una semana.