Parecía que el cielo se rasgaba. El estruendo sonó como un trueno gigante, seco, sin lluvia. "Sí, es un trueno", aseguraba a sus compañeros Ricardo González, un trabajador en un hotel cercano al suceso, pero una lengua gigante de fuego que parecía emanar de la tierra para extenderse en el centro de los grandes edificios, indicaba lo contrario.
Vendedores ambulantes y peatones sintieron que la calle se movía y algunos vieron los edificios tambalearse.
"Haití. ¡Dios mío! Es un terremoto", pensó Soraya Mendoza, una panameña que se dirigía en esos momentos a hacer un pago en un banco del área.
Una estruendosa explosión. Otra. Otra más. Hay quienes contaron tres, otros, más. Enseguida el fogaje espesó el calor ambiental y la temperatura se enrojeció. Sobre los edificios se formaron gruesas columnas de humo negro que evidenciaban que algo anormal estaba pasando en el pleno corazón del área bancaria, en la ciudad capital. El movimiento de la masa de turistas evacuada de los hoteles y trabajadores de bancos y otros centros de trabajo en las cercanías comprobó que ocurría un desastre gigante.
Los rumores se oían atropellados por doquier. Unos decían que era un temblor; otros hablaban de la explosión de un tanque de gas. Nadie se ponía de acuerdo. Mientras tanto, las aceras alrededor del BAC Credomatic se copaban de hombres y mujeres cargando maletines, maletas o sólo las carteras, y abrían paso a las ambulancias, carros de bomberos y patrullas de la Policía Nacional que colocaron cintas amarillas en el área para cerrar el paso a vehículos y peatones.
La noticia corrió casi a la misma velocidad que las lenguas de candela que se alzaban a un costado del Hotel Marriot: "Se quemó la cocina del hotel" "Explotó un tanque de gas en la cocina del Marriot", "Hay una explosión en el hotel".
La alarma no era del todo cierta. Había ocurrido una explosión de gas, pero no en el hotel.
Controlada la candela, la vista era desoladora. Con el olor a quemado y el ambiente impregnado de un olor asfixiante que permaneció toda la tarde, el país se enteraba poco a poco de lo que realmente había ocurrido: un carro repartidor de gas había explotado causando grandes daños materiales, pero no humanos.
Lo demás, es historia conocida.