Desde Manuel Amador Guerrero para acá, saltándonos los 21 años que sabemos, todos en Panamá afirmamos que el que manda es el Presidente de la República. Con la supuesta escondida de un señalado como ladrón de cheques de la Asamblea en una de las capillas Capireñas, se ha desatado una cruenta persecución contra el queridísimo padre José Antonio de La Cruz y su familia, de quienes se percibe no saben nada al respecto.
El señor Presidente debe convencerse a tiempo de que es mejor que la mayoría de los panameños comencemos a añorarlo por meter presos a la ratas de alcantarillas que han robado al Estado, en vez de cabrearnos de él, como ocurriría si le presta la escopeta de la justicia a los tuertos de siempre.
Aquí hay que tener muchísimo cuidado con las órdenes que se impartan tanto a "chombos como a "cholos", pues dícese que con el finado Spadafora el dicho "córtale la cabeza", que en panameño puede ser: Bótalo del trabajo, cógelo preso o quítale la hembra, se convirtió en un horroroso asesinato, de cuya cabeza desmembrada no sabemos el paradero. También se sospecha que algo parecido le pasó al padrecito Gallego en su iglesia de Santa Fé.
La capilla de Villa Rosario estaba repleta y hasta de los ornamentales aparecían manitos de la nietera que no cabía este 6 de febrero en la misa que iniciaba el programa cultural por los 75 años de la comunidad fundada por el entonces presidente Harmodio Arias Madrid. Cuando el padre José Antonio trató de narrar el adelantado calvario que estaba sufriendo calladito, no pudo, se le quebró la voz, lo que provocó que cinco decenas de señoras mayores de 70 años (todas amigas de la difunta Felicia Mendieta) ocluyeran al coro con quejumbrosos sollozos. El alcalde y los representantes de Cermeño y Villa Rosario se salieron para que no les vieran los goterones en sus ojos. Gracias a Dios, el programa cultural de 10 de la mañana a 2 de la tarde quedó maravilloso, sobretodo por los 150 regalos que nos dispensó la Primera Dama del país, a quien le agradecemos su apoyo a nuestra terquedad incurable de llenar pequeños espacios vacíos de nuestra cultura. "Detrás de un buen hombre, hay una gran mujer".