Entre tristeza y descontento, los comerciantes de un edificio del centro de Caracas, cuya expropiación decretó el presidente venezolano Hugo Chávez, desalojaron ayer apresuradamente los locales para evitar la confiscación de sus bienes.
"Las únicas palabras que conocemos por parte del Gobierno son ¡exprópiese! Nada más", dijo a Efe Rafael Garrido, que regentaba una joyería en el edificio La Francia desde hace 50 años, mientras sacaba sus últimos productos del local, al igual que otros comerciantes, a los que sorprendió la inesperada orden presidencial.
Los comercios allí ubicados daban trabajo "a más de 500 empleados directos y cerca de 2.000 indirectos", según Sandra Cusquejo, quien dirigía una de las joyerías.
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