Los chinos celebraron en familia el Año Nuevo, el del Gallo, que los astrólogos vaticinan será muy agitado.
Para espantar a los malos espíritus, se lanzaron petardos y fuegos artificiales en plena noche incluso en las grandes ciudades como Pekín, a pesar de que están prohibidos por razones de seguridad.
Muchos habitantes de China, ignorando las gélidas temperaturas, acudieron a los templos donde se celebran ferias tradicionales, antes de volver a casa para seguir disfrutando de la comida durante días.
Los niños más afortunados recibieron el tradicional "hong bao", sobre rojo, color de la felicidad, con dinero.
Tras el Mono, en el calendario lunar que asocia cada año a uno de los doce animales del zodiaco, el gallo está considerado como trabajador aunque vanidoso, lo que es interpretado como el anuncio de un año un poco inestable.
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