Por la forma en que puede verse desde el aire, así ha sido denominado el entronque de Albrook: El 'poroto', una forma extraña de espacios destinados para el tráfico de buses y autos particulares en la muy complicada ruta de Albrook, que ahora se complica cada vez más con los problemas estructurales de los puentes.
En el argot popular, cuando un albañil es contratado para seguir con un trabajo que dejó a 'medio palo' uno anterior, siempre salen a relucir las críticas. En este caso no hubo cambio de albañil sino de mandatarios y nuevos ministros.
Fueron obras trabajadas al apuro por la anterior administración que deseaba dejar huellas para las nuevas generaciones, pero muy temprano que tarde las marcas que afloraron resultaron ser tan peligrosas que ya se notaban en los pilotes que soportaban la red vial.
El proyecto fue terminado, pero -por recomendaciones de las nuevas autoridades- éste no podía abrirse al público por lo riesgoso que representa.
¿Qué cabe ahora? Ante señalamientos contrapuestos de sectores serios, unos a favor que se abra y otros en contra, lo recomendable es que, por la salud de los panameños, se realicen los cambios que sean necesarios para evitar que se repitan tragedias como el caso de Las Palmitas.
Es sabio y de humanos rectificar un error, pero en cuestiones de ingeniería esta palabra no tiene cabida porque podría representar la diferencia de vivir o morir.
Sanamente el Ministerio de Obras Públicas debe tomarse su tiempo, hacer las rectificaciones, hacer pruebas de soporte iguales o similares al peso que será sometida la estructura y después abrir la nueva ruta del modernismo de la ciudad, sin dejar de menospreciar quién inició el millonario proyecto.