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  OPINIÓN

CUARTILLAS
Experiencia

Por: Milcíades Ortíz | Catedrático

Uno de los proyectos de la dictadura militar que mejor aceptación tuvo a nivel nacional e internacional, fue el de la salud comunitaria. Se basaba en organizar a las comunidades marginadas en Comités de Salud, para que lucharan por mejorar sus condiciones de vida.

Al Dr. José Renán Esquivel se le debe en gran parte esa idea, que luego desarrolló el Dr. Abraham Saied.

Hay experiencias que a veces dan risas, de los esfuerzos por hacer que la gente interiorana evitara enfermarse se lograba esto tomando agua sana, comiendo mejores alimentos, vacunándose, etc.

He notado que nuevamente se piensa realizar esfuerzos parecidos al de la salud comunitaria, programa que recibió elogios de organismos internacionales. Esto fue porque se logró bajar la mortalidad infantil en corto tiempo.

Pues bien, una vez una comunidad chorrerana hizo mucho esfuerzo porque se construyera un acueducto. Los promotores de salud sensibilizaron a la comunidad en los beneficios de no tomar agua de un lago, porque estaba contaminada.

Pero había gente de más de ochenta años que toda su vida había bebido de esa agua... ¡y gozaban de buena salud!

Se tuvo que llevar un microscopio para que vieran con sus propios ojos los miles de bichitos que tenía esa agua.

En otro poblado semanas después de inaugurado el acueducto, una encuesta descubrió que la flamante pluma en medio del pueblo, era usada para bañar los caballos.

La gente estaba agradecida y contenta. Ahora no tenían que ir el río a bañar sus caballos. Costó convencer a la gente que los caballos y sus respectivas garrapatas y excrementos, contaminaban el agua potable del acueducto que tanto había costado hacer.

Había la costumbre que el poblado que inaugurara el acueducto, hacía un sancocho para agradecer a los funcionarios de salud.

Una vez unos niños estaban semi escondidos llorando... ¡porque les habían matado sus gallinas para hacer el sancocho!

Además, los chiquillos tenían hambre, pero sus madres les decían que el sancocho era para los funcionarios. Y si sobraba algo, se les daría a ellos.

Cuando el Dr. Saied se enteró de esta situación, ordenó que ningún funcionario comiera sancocho. Los niños se dieron tremendo atracón ese día y olvidaron la pena porque les mataron sus queridas gallinas.



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