Vamos, tiene que dar la cara, definirse, decir al mundo: "!aquí estoy�" Usted no nació para vivir arrinconado, como una perla metida en la concha, o un perrito apaleado que temblando de miedo, sigue escondido huyendo de todo. Todas esas experiencias vividas en el pasado, que lo han acondicionado a seguir huyendo siempre, le impiden ver la realidad objetivamente.
Usted no es simplemente su pasado, ni sus pertenencias, ni su cuerpo. Usted es mucho más que su historia y sus cosas. Usted es el "yo soy", el gran nombre con que Dios se definió, pero de manera creada, limitada, dependiente totalmente de �l. Usted sin Dios no sería, pero con �l, es alguien único, irrepetible, maravilloso, tan valioso que por usted Cristo derramó toda su sangre en la cruz.
Pero mira. Dios te trata como persona. Pronuncia tu nombre, te hizo a su imagen y semejanza y se "goza contemplándote" porque �cómo te pareces a �l! Tienes los mismas atributos divinos, pero en "pequeño", limitados a un ser creado que solamente "es" porque �l es el Ser. El ti hay sabiduría, misericordia, pureza, amor, paciencia, fortaleza, espíritu. Es más, tú eres "un espíritu encarnado". Eres mucho más que las "formas" o envoltorios que te rodean; eres más que la "tienda de campaña" que dice San Pablo. Eres más que tu cuerpo con sus músculos y órganos; más que tu inteligencia, títulos y nacionalidad. Eres un misterio insondable porque vienes de �l.
Tienes que escuchar la voz de Dios que te llama y te trata como persona. Tienes que escuchar la voz de la creación entera, del universo y los seres humanos, que "esperan la manifestación de un hijo de dios, que eres tú". Tus energías, talentos, cualidades naturales y sobrenaturales están ahí medio dormidos. Tienes que despertar ya y creer en Dios y en ti mismo. Enarbolar la bandera de la confianza en tu riqueza espiritual y soñar con grandes ideales. Valorarte y apreciar todo lo bueno que hay y comprender que hay un "designio divino" para ti, una gran misión que cumplir. Sal ya de tu anonimato y dile al mundo que estás aquí y tienes algo grande que aportar con tu sonrisa, tus palabras, tu oración, tus acciones, tu paz y amor, tu fe y esperanza. Vamos, adelante, confía en �l, ya que con Dios en verdad eres invencible.