Todos los panameños hemos quedado atónitos ante la poca seriedad demostrada por los dirigentes deportivos que, con la mayor frialdad e indiferencia, enterraron el anhelo de la juventud y del pueblo de ver convertido a nuestro país en la sede de los Juegos Bolivarianos en el año 2013.
Estos seudorregentes han convertido al país en el hazmerreír de la región y han afectado la credibilidad y la confianza que se tenía en Panamá y, no solo eso, sino que han permitido a los rectores del deporte internacional que nos falten al respeto.
Ha llegado el momento de preguntarse qué beneficios han aportado estos individuos al deporte nacional, cuál es su filosofía, su pensamiento y sus proyecciones. Nada han demostrado que haga sentir al país orgulloso de sus dirigentes deportivos, tan solo han creado conflictos para preservar sus intereses personales.
Lo peor es que cometen todo tipo de fechorías sin que el peso de las leyes haya caído sobre ellos. Nadie se encuentra por encima de la ley y ya es momento de pedirles cuentas a todos estos individuos que han secuestrado al deporte nacional y tan solo están al frente de los diferentes comités para aprovecharse del cargo y convertirlos en agencias de viaje.
Ellos son los primeros en abordar el avión en primera clase, mientras los atletas deben hacerlo en precarias condiciones, cuando lo hacen, debiendo pelear por viáticos y todo tipo de apoyo.
La juventud y la ciudadanía en general, sobre todo los deportistas, esperan una reacción del Gobierno que detenga, de una vez por todas, a estos abusadores que conforman verdaderos carteles y que solo han atrasado a la nación, como simples parásitos que nunca aportan nada.
