Cuando se habla del casi total desprecio que muchos panameños muestran por la cultura en general, sea nacional o universal, es fácil señalar con el dedo a los más jóvenes, achacándoles que solo les interesa la parranda, chatear por celular y ver los juegos de la liga española.
Sin embargo, deberíamos darnos una vuelta y sentarnos como oyentes en algunos salones de clases de nuestras escuelas públicas, y entonces así sacar conclusiones.
Porque no me van a decir a mí que a un muchacho puede entrarle la pasión por la historia y la cultura con la clase de educación que recibe la mayor parte del tiempo
Como producto de la educación pública que soy (al menos a nivel de secundaria y parte de la primaria), puedo recordar que los libros de texto en temas de historia eran bloques de información aburrida, escrita de forma mecánica y sin contexto alguno. Igualmente, los profesores se limitaban a repetir palabra por palabra lo escrito en esos textos, para luego ponernos un examen de llenar espacios en blanco, pareo y escoger la mejor respuesta.
Se trataba de memorizar la mayor cantidad de nombres y fechas posibles. La mayoría de los jóvenes ni se preocupaba por estudiar. Sencillamente se copiaban o hacían baterías. Es que nada de eso era interesante; ni siquiera llamaba la atención.
Un par de años después de haberme graduado, en los canales de televisión por cable se comenzaron a popularizar los canales de televisión con temas científicos, culturales e históricos.
Al ver documentales sobre la revolución francesa, los gladiadores romanos, la crisis de los misiles de Cuba, la biografía de un gran artista, o la serie sobre la "Historia Secreta" de las ciudades latinoamericanas, pude darme cuenta de que la historia y la cultura pueden ser tan apasionantes como cualquier espectáculo deportivo.
Era el mismo material que nos habían metido forzosamente en la escuela, pero ahora lleno de contexto, de lecciones de vida, de episodios interesantes, y de giros inesperados. Y sobre todo, haciéndonos saber que la gente que vivió hace 500 años o más no era tan diferente de nosotros. Una historia y una cultura presentadas de una forma que nos hace sentir identificados con ellas.
El problema no es que a los panameños no nos interese la cultura. Es que hemos fallado brutalmente en educación. Todas las herramientas narrativas y dramáticas con las que podemos hacer llegar el conocimiento a nuestros niños los malgastamos en novelas baratas de televisión.
Ojalá a alguien en nuestro MEDUCA se le prenda el foco en este sentido.
