Uno de los atentados terroristas más mortíferos en la historia de Londres ocurrió el 7 de julio de 2005, cuando cuatro bombarderos suicidas detonaron cada uno un artefacto explosivo en trenes del sistema de metro y un autobús. Los ataques acabaron con la vida de 52 personas (56, incluyendo a los atacantes) e hirieron a más de 700.