Las pesadillas, esos sueños horribles tan temidos por los más pequeños surgen en general al final de la noche. El cuerpo está inmóvil, dormido, pero en esta fase de sueño ocurren los llamados REM (movimientos oculares rápidos), el cerebro tiene una actividad importante y es en esos momento cuando surgen los sueños tenebrosos.
HERRAMIENTAS ANTIESTRES
Las pesadillas, a pesar de su aspecto terrible, son útiles para los niños que están en plena evolución psicológica y crecimiento cerebral pues les permiten evacuar las tensiones y conflictos del día o de ciertas circunstancias de las que son presa en un determinado momento.
AVENIDA DE LOS MIEDOS
Las pesadillas también pueden expresar culpabilidad provocada por los sentimientos negativos (celos de su hermano pequeño, enfado contra sus padres o la angustia del abandono, uno de los miedos infantiles más frecuentes). Gracias a las pesadillas, el niño se enfrenta a los aprendizajes más difíciles como caminar, hablar y los primeros días de colegio.
�QUE HACER?
El niño grita, se despierta y a veces se levanta para ver a sus padres.
Si se le habla o se le acaricia suavemente, se despierta, toma contacto con la realidad y se vuelve a dormir, más o menos fácilmente. Después de una pesadilla, el niño es capaz de contar su sueño o al menos explicar sus sensaciones.
EL INVESTIGADOR IDEAL
�Las pesadillas tienen lugar todas las noches? �Tu hijo tiene un sueño realmente perturbado? Si todos estos signos se instalan más de unos diez días, habla con tu médico. Seguramente existe un problema latente, un conflicto familiar, que al no ser expresado, perturba a tu hijo y se manifiesta durante la noche.
El simple hecho de evocar este problema con un pediatra, delante del hijo, puede ser suficiente para desbloquear la situación. Si no es el caso, será necesario consultar un pedopsiquiatra, que juzgará las medidas necesarias a tomar en cuenta. Pero, sobre todo, no dejes que el problema se instale, la situación no haría más que empeorar.
HAY MUCHO MAS
Los terrores nocturnos se producen en general al principio de la noche, en la fase de sueño profundo, es decir en un fase de menor actividad cerebral.
Tu hijo grita, se levanta, se agita, balbucea, parece presa de una alucinación (intenta atrapar algo, huir..) Puede estar sudando, respirando muy de prisa. Tiene los ojos abiertos pero no te ve. Puede escucharte e incluso responderte pero sigue dormido y no podrás despertarle.
Esto sucede porque el cerebro de tu hijo todavía es inmaduro. Los terrores nocturnos podrían provenir de esta inmadurez neurológica.
Debes hablarle suavemente y posar tus manos sobre él. A veces el simple contacto físico será suficiente para calmarle. Quédate a su lado hasta que sientas que su respiración retoma un ritmo regular, ello significa que se duerme.
Los terrores nocturnos desaparecen de forma espontánea en la mayor parte de los casos. Con el crecimiento, la madurez cerebral y neurológica se instala y estos fenómenos desagradables no vuelven a ocurrir.