Bien lo dijo Jesucristo: "guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces". Tan claro como el agua es el mensaje. Debemos ser astutos como la serpiente para discernir entre una mentira y una verdad y la mejor fórmula para no caer engañados es escudriñando las escrituras día a día.
Mucho se ha hablado acerca del fin de los tiempos, pero todos conocemos que Cristo dijo que ni los ángeles lo saben, sólo su Padre. Por ello, cuando escuches a alguien decir que el fin de los tiempos está cerca es una gran mentira.
Ojo con aquellos pastores que engañan a sus ovejas prometiéndole bendiciones a costa de ofrendas para el altar. Ojo con aquellas iglesias que comercializan con la palabra de Dios y que se burlan de la fe de sus creyentes, tal como ocurrió en un país de Suramérica cuando se descubrió la logística que empleaban para sacarle plata a los fieles.
Si usted tiene mucha fe en Dios, pídale directo, pero a través de su hijo Jesús. El es el único canal.
No caigas en eso de comprar el aceite dizque importado en Israel. No caigas en aquello que envían mensajes de sanación a cambio de dinero. No caigas en las manos de aquellos que te predican un evangelio materialista y no te enseñan el verdadero camino de la salvación.
Ojo con aquellos que tienen temor de decirte que idolatrar es abominación sólo porque tal vez muchos se apartarán de su camino. Ojo con darle la honra a los hombres primero que a Dios. Ojo con sacar de contexto el evangelio que nos divulgaron los apóstoles.
Si usted en realidad desea la guía del Padre, enciérrese en su cuarto ahora mismo y diga: "Señor, soy un pecador, reconozco que moriste por mi en la cruz y te pido que gobiernes mi vida. No logro llenar el vacío que hay en mi alma. Te pido que me lleves a tu gloria. Amén
