Desde la antig�edad, el conjunto de actividades que intervienen para que se desarrollen las operaciones viales han concentrado en gran medida la fuerza contribuyente que evoluciona en el auge peculiar de cualquier región, motor de civilización, instrumento de progreso. Esta capacidad de movimientos interactivos en las ejecuciones de las variadas faenas comprometiendo las modalidades lucrativas, tratando de resolverlas en un tiempo perentorio reduciendo de este modo los costos en todo lo que concierne a los compromisos comerciales, funcionan basados en las exactitudes cronométricas. La competición contra el tiempo en cuanto a la entrega de los productos, la asistencia al día en lo referente a nuestra comparecencia a las actividades laborales, como estudiantiles, nos obligan a cumplir con extremada seriedad un horario.
De entregarnos por entero al trabajo, dependerá el éxito o el fracaso de éste. He escuchado a muchos funcionarios que tienen capacidad de resolución y no contemplo que afronten el problema con claridad meridiana, la ciudad necesita ensanches de vías, esto no lo podemos tergiversar, la fuerza del desarrollo y del destino nos los están clamando. Es como el que pretende vestirse con traje de niño teniendo cuerpo de hombre.
David, calzando los zapatos de Goliat. Espejismo mental que nos mantiene acariciando el grotesco pasado. Lo anatematizo, como lo he anatematizado siempre, por más que pretendamos aumentar la flota vehicular no nos podremos salvar de los benditos tranques. Volviendo un laberinto la ruta de los autobuses, finalmente se obtendrán los mismos resultados, el orden de los factores seguirá sin alterar el producto. Estamos apresados por el mito, mientras las calles y avenidas continúen como están , los desasosiegos continuarán, una curita no es suficiente para cubrir la grande herida.
Es una fatalidad para la humanidad la de estar condenada a combatir fantasmas eternamente. La vida asociada delega derechos y deberes que alcanzan a ser sagrados.