Legalmente un delito es castigado con la aplicación de leyes establecidas en nuestra sociedad. Han nacido con la finalidad de limitar acciones físicas, dañinas al ser humano o propiedades.
Sin embargo, otro tipo de delitos son los que la conciencia condena en silencio.
Un hombre humilde del interior, me decía que un familiar muy joven le había pedido consejo ante lo dicho por su madre, cuando recibió una beca para estudiar por la suma de 60 balboas. La mamá del muchacho dijo de mala gana "¿¡Sólo eso te dieron!?".
Para el joven estudiante estas palabras de su madre le cayeron como una "bomba".
Esperaba verla entusiasmada ante este logro que le permitía seguir estudiando, puesto que son pobres.
El modesto hombre dio ánimos al sobrino para que apreciara el apoyo económico que lo ayudaría a superarse. Señaló que no hiciera caso a las desalentadoras palabras de su mamá.
Consideró como pésima ocurrencia que esta señora en vez de alentar al chico a ser agradecido, lo motivara a despreciar la buena intención del donante. Manifestó que es una lástima que existan personas que no ven estas contribuciones como un aporte positivo que puede alejar a los jóvenes del vicio y de la delincuencia.
¿Cuántas veces hablar así causa que alguien haya equivocado su camino hacia el éxito? Ser ambicioso es alcanzar metas importantes como estudiar es bueno. Pero ser egoísta y desdeñoso es un mal ejemplo que cuesta muy caro a quien lo enseña, más si es su propia madre o padre quienes dan esta enseñanza.
Cuando hablamos de cómo emplear el dinero en una forma u otra estamos inculcando valores fundamentales a aquellos que nos escuchan. Si se trata de niños y jóvenes que necesitan orientación para crecer y madurar, nuestra manera de conversar con ellos no sólo debe ser cuidadosa, sino sabia, porque es de los adultos de quienes mejor o malamente aprenden.