Golpeada por las denuncias de corrupción, la dirigencia del Partido Arnulfista hace lo posible e imposible para retener el control de ese colectivo opositor.
Esa es la lectura que se desprende del recursos interpuesto por un allegado a la actual dirigencia, que pospuso la audiencia que debía celebrar el Tribunal Electoral, para determinar si los convencionales, podían remover o no al directorio nacional de ese colectivo.
La táctica parece ser ganar tiempo, sin entender ellos, que mientras más insistan en retener el control del partido, más daño le hacen a ese colectivo.
Cuando se hacen acusaciones de corrupción a la directores que ejercieron funciones públicas en el anterior gobierno, se afecta la imagen del Partido Arnulfista y más difícil será la reconstrucción.
Ahora, los propios integrantes del Directorio que rechazaron la convención que para el 28 de noviembre exigía la facción de Marco Ameglio, ahora intentan toda clase de maniobras para posponer el evento que ellos mismos habían convocado para el 16 de enero.
Tarde o temprano, tendrán que dejar el control del partido. Lo menos costoso para el arnulfismo era lograr renuncias voluntarias y evitar el enfrentamiento donde salen a relucir los trapos sucios de uno u otro banco, que a la postre, sólo contribuirán a hundir más al colectivo surgido en homenaje al caudillo panameñista Arnulfo Arias.
Aferrarse al poder no es la mejor solución. Hay dar paso a una nueva generación de políticos no salpicados con las denuncias de corrupción que hoy empañan la gestión del anterior gobierno arnulfista.
Mientras el arnulfismo no limpie su casa, mal se puede estructurar una oposición como se requiere en todo sistema democrático.