En los hogares donde existen reglas establecidas para todos los miembros de la familia se reparten las tareas, ya sea por semana o por actividad. Algunos les tocará lavar la ropa, a otros lavar el patio, botar la basura, bañar al perro, barrer, trapear o fregar. En algunas familias, esta lista de tareas suele ser mayor, pero todas deben cumplirse a cabalidad.
No siempre este tipo de norma se realiza con una sonrisa de oreja a oreja. Habrá quien a regañadientes lo haga; a otros, hay que darles cuero para que cumplan, si no, no lo harán.
Hay otra regla más sencilla que dice: "Quien use y ensucie, ese limpiará lo suyo". Es casi lo mismo que decir que el que no "po" no "co".
Las reglas se hicieron para respetarse y para cumplirse, aunque algunos quieran saltar el muro para hacerse los frescos y no limpiar lo que ensuciaron.
Las personas que, cuando niños le salían huyendo a sus tareas, son -en su mayoría- las mismas que corren hoy día para no cumplirlas cuando grandes.
En las sociedades, sean éstas laborales o no, siempre sus miembros tratarán de establecer normativas para que sus miembros las obedezcan. Por ejemplo, en algunas oficinas públicas, se ha establecido que todo empleado que usa la cafetería debe botar las latas de soda en recipientes especiales para reciclarlas. En otros lugares, sobre todo, en aquellos que cuentan con aparatos para calentar la comida o hacerse emparedados, se exige a los miembros fregar los utencilios que usan. En estas micro sociedades se pide colaboración económica para surtirse de café, té, azúcar o lo que necesiten para atacar el estrés o el hambre con alguna merienda, pero desafortunadamente, hay personas que no colaboran con la limpieza y dejan todo tirado, sobre todo tazas con agua, a pesar que se está hablando de los criaderos del mosquito transmisor del dengue.
Es cierto que no todos somos perfectos, pero sí podemos llegar a ser buenos ciudadanos o buenos compañeros. ¡Anímate! ¿Qué esperas?