Hace 92 años un insigne periodista, Gaspar Octavio Hernández, murió haciendo su trabajo como jefe de redacción de la Estrella de Panamá. Desde entonces, todos los 13 de noviembre se celebra en Panamá el Día del Periodista.
Hernández tenía las características naturales de todo buen periodista: autodidacta, preocupado por los problemas sociales de su época, valiente, humilde y visionario.
Los tiempos han cambiado mucho desde 1918, cuando él murió, sobre todo en lo que respecta a los peligros que enfrentan los periodistas. La profesión se ha tornado en una de las más peligrosas del mundo.
El día es propicio para reiterar la solidaridad con los colegas periodistas de países en donde ejercer la noble tarea de informar se ha convertido en un pecado mortal. La valentía de ellos al desafiar los peligros debe servir de estímulo a los que, gracias a Dios, enfrentamos otro tipo de situaciones menos peligrosas.
En Panamá, el Día del Periodista nos encuentra sometidos a un ambiente tenso con el Gobierno por las presiones que reciben medios y comunicadores sociales por publicar informaciones que incomodan a nuestros gobernantes y a los círculos de poder del país.
El mejor reconocimiento que podemos recibir los periodistas hoy, es que la Asamblea Nacional y el Ejecutivo aprueben y sancionen el proyecto de ley que despenaliza la calumnia y la injuria para todos los funcionarios. Eso garantizaría que podamos llevar a la sociedad la información que reclama y se merece.