¿Por qué hay personas que mantienen durante años el odio en su corazón?
En nuestros barrios, casas, oficinas públicas y privadas vemos tristes ejemplos de personas que no se hablan, y que cuando lo hacen sólo salen de sus bocas ironías y sarcasmos hirientes.
Lo peor de todo es que cuando vamos al origen de las rencillas, caemos en cuenta de que por lo general fueron causadas por un episodio sin importancia.
Existen casos realmente tristes del extremo al que pueden llegar los rencores en una familia, como los de los padres que tienen una separación en malos términos, y que por todos los medios intentan poner a los hijos en contra del ex cónyuge. O también cuando los padres echan de las casas a sus hijos por algún error que cometieron, dejándolos a su suerte.
También están los casos de las personas que cuando eran niños pequeños eran físicamente y psicológicamente abusados por sus padres, y que al llegar a la edad adulta, proyectan ese rencor y violencia a los propios hijos.
Dedicamos muchas palabras para debatir sobre la cultura de la violencia, la cultura del alcohol, la cultura del machismo y la cultura del "juega vivo". Pero no nos detenemos un momento a pensar que también vivimos una cultura de la soberbia.
Sencillamente, la gente nunca quiere ser quien pida perdón. Disculparse es algo inconcebible para algunos, incluso cuando saben dentro de sí mismos que el problema surgió por su culpa.
Decimos: "si me respetan, yo respeto". Este planteamiento implica que primero el resto del mundo nos debe respeto a nosotros, cuando el respeto es algo que surge de uno mismo y se reparte a los demás. Ahora, cuando nos irrespeten, respondamos de forma acorde con el agravio, pero no nos obstinemos sin razón ni justificación.