En México se ha formado el peor de los mundos para cerca de un millón de jóvenes pobres que, atrapados en una telaraña de falta de trabajo y de educación y ante la indiferencia de la clase política, son vulnerables al asedio del poderoso crimen organizado.
Es un número elevado, pero por fortuna se trata solo de entre el 3% y el 5% de los 27 millones de mexicanos que tienen entre 15 y 29 años, afirmó Héctor Castillo Berthier, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Los informes policiales muestran cada vez a más jóvenes detenidos por su participación en el crimen organizado.
"El trasfondo de estos crímenes es la enorme desigualdad social que existe, la que orilla a muchos jóvenes a incorporarse a actividades delictivas", dice Castillo Berthier.
Se ha formado un coctel perverso en el que encajan estos jóvenes: pobres, sin opciones de trabajo o educativas, ni perspectivas de un futuro mejor, armas a bajo precio, drogas, mujeres, dinero fácil y rápido.
Por su parte, el presidente de México, Felipe Calderón, ha reconocido que "los criminales están reclutando cada vez más a jóvenes".
Por lo que dijo, es necesario "ampliar los espacios de oportunidades recreativas, culturales, educativas y de trabajo para los jóvenes".
Para el investigador Castillo Berthier, a esta situación contribuyen cuatro hechos: que la escuela dejó de ser un mecanismo de ascenso social, el desempleo, los cambios en la estructura de la familia y la ausencia de políticas públicas.