Hay hombres que se creen los "mero mero". Nadie puede ofenderlos y esperan un trato de sirviente de los demás, más aún si se trata de su propia esposa.
Estos tipos creen que nacieron en cuna de oro y suponen que toda la vida alguien tiene que limpiarles el "pupú" del pañal como si fueran unos bebés.
Amigo, permíteme decirte que esos tiempos cambiaron. Estamos en el siglo XXI. Abra los ojos y mire a su vecino y
o su compañero de trabajo. Pregúntele cómo son las cosas en la casa y se dará cuenta que el hombre juega un papel importante en el hogar. Usted no sólo es la cabeza de esa familia, sino además es un líder que tiene que velar por y para que todo se haga bien, pero ¿cómo lograrlo? Usted lo logrará si predica con el ejemplo. Sí, clarito como el agua, póngase a barrer, trapear y fregar, así ninguno de sus hijos se rascará las cháca…s. Ponga las reglas y los turnos porque no hay que dejar a mamá que se haga cargo de todo, aunque esta sólo se dedique a la crianza de sus pequeños.
En el hogar hay que cooperar. Si no se trabaja en equipo, lo más probable es que el matrimonio o la relación del colectivo se acerquen más a una cosa que llamamos abismo, pero que yo le agregaría la palabra tenebroso o, más bien, peligroso porque es muy difícil salir de allí.
Si usted está leyendo este escrito hoy no postergue su colaboración en el hogar. Comience a ayudar a su compañera de toda la vida tanto en la cocina como en la disciplina de sus hijos. Estos chiquitines más adelantes serán hombres y mujeres de respeto que inculcarán ejemplos iguales a sus nietos. Dé el paso hoy. Tal vez no lo ha notado, pero de seguro su esposa no ha dicho nada por temor a que usted cambie con ella. Lo mejor en estos casos es conversar para que la comunicación no desaparezca. Ah, otra cosa, nunca deje de pedir ayuda de Dios.