Ser santeño es una actitud ante la vida y no hay en la extensión territorial donde un santeño no haya sembrado sus semillas.
Tanto así que la cultura panameña ha tomado de esta región del país elementos que identifican a todo a sus ciudadanos. Música, bailes, vestuario y fiestas han sobrevivido con los siglos y aún mas, han sido asimiladas por tres millones de habitantes.
Para el profesor Oscar Poveda y el folclorista Aristides Burgos esta exitosa sobrevivencia de las costumbres y tradiciones de lo santeño se debe a la alta autoestima de la que goza todo el que nace en el seno familiar santeño.
Oscar Poveda, catedrático en historia de la Universidad de Panamá, dice que ello se debe que en toda la península de Azuero no hubo nunca grandes latifundios y la esclavitud y la sumisión de la población a grandes señores mayorales permitió que la población desarrollara un sentido de aprecio a lo suyo.
Para Burgos, Director de la Escuela Nacional de Folclore de La Villa de Los Santo, el santeño no siente "pena" de dar a conocer los suyo. "Si tiene que bailar su música lo hace donde sea".
Esta sociedad libertad en la que se formaron los primeros santeños, luego de la independencia, ha sido según los dos estudiosos de la historia y el folclore el motor para que los santeños hayan esparcido por todo el territorio nacional su herencia.
Y cada año se refuerza esta realidad con la celebración del 10 de noviembre, que no sólo queda reservada a los santeños que viven en el terruño, a orrilas del caudaloso Río La Villa, sino que lo celebran para estos años todos los panameños.