Se practicó el canibalismo por minorías tribales en épocas antiguas por razones de hambre, de supersticiones aberrantes como la de que el comer la carne "del jefe" se asimilaba su espíritu, o por razones bélicas, ya que al comerme al enemigo derrotaba a los dioses del rival. Pero esa clase de canibalismo no ha hecho tanto estrago como la que se ha practicado históricamente, en la medida en que el ser humano "se ha estado comiendo a otros" al reducir a las personas a cuerpos o máquinas con las que, por ejemplo, se construyeron las pirámides de Egipto, o la esclavitud que sirvió a la civilización griega y romana sin ningún derecho mientras la una construía un sistema filosófico "excelso" y la otra se extendía como imperio a la fuerza. No digamos el canibalismo practicado bajo el manto de la civilización cristiana y que transportó a miles de negros de África que luego eran vendidos en nuestras plazas de América y que terminaban sirviendo, sin respetar su dignidad en las plantaciones, haciendas, casas de los potentados y centros de poder administrativo colonial.
Llamo caníbal a la persona que se "come" la vida de otro al medirlo y usarlo como una pieza útil para sus intereses, y que se llena el vientre codicioso de lo valioso de aquél, sea de su trabajo muy mal pagado, su tiempo, su voto en las elecciones, su cuerpo sexualmente, su conciencia sobornada, su identidad, su autoestima y que lo va consumiendo lentamente. Caníbal es aquél que no se da cuenta de que en todo ser humano hay un espíritu trascendente a lo terreno y con aspiración a lo infinito, a amar sin límites y a una eternidad con Dios. Caníbal es el ignorante y ciego que atropello la dignidad humana "usando a la gente para sus fines", "cosificando" a las personas, ultrajando su integridad para reducirlo a mero objeto que sirve a sus intereses. Caníbal es aquél que tortura psicológicamente a su cónyuge o su hijo, logrando minar la autoestima a los que de manera más íntima conViva, Crítica en Línean con él, conduciéndolos algunas veces a la demencia. El caníbal es sádico, insaciable en sus apetitos, seductor para conquistar engañando, grotesco en la manera de explotar al otro y es capaz de "engullirse a su víctima" y todavía con la sangre chorreando en sus colmillos y labios, pronunciar discursos en defensa del derecho de los desposeídos.