La Concertación Nacional para el Desarrollo auspiciada por las Naciones Unidas, que culminó anteayer tras 15 meses de conversaciones, es un esfuerzo que no debe quedar engavetado en los archivos de los ministerios o de los organismos promotores de esa iniciativa.
El trabajo debe servir de base para la ejecución de los proyectos que deben poner en marcha éste y los próximos tres gobiernos del país. Se incluyen obras por el orden de los 33 mil millones de dólares. El 35% de esa cifra saldrá del 35% de los aportes del Canal de Panamá al Tesoro Nacional entre el 2009 y el 2025. Otros 185 millones de dólares saldrán del Fondo Fiduciario para el Desarrollo y otros 815 millones de la concesión, arrendamiento o venta de activos fijos.
Es cuestionable que la oposición política, salvo el Partido Panameñista, no haya participado. Al final el ejercicio sirve para conocer mejor los asuntos del Estado y de alcanzar el poder, no se llegaría a improvisar proyectos.
Por años en Panamá no se le dan continuidad a los proyectos cuando se produce un cambio de gobierno, sobre todo desde la época postinvasión, cuando se ha producido una alternabilidad en el poder.
No se reclama que los gobiernos supediten su acción a lo aprobado en la Concertación Nacional, pero al menos el trabajo logrado sirve de orientación a los futuros administradores de la cosa pública y al menos habrá temas de Estado, donde una mayoría de panameños debemos estar de acuerdo.