Cuando todo el mundo está concentrado en algún proyecto, y nosotros formamos parte de un equipo con una finalidad específica, se espera de nosotros que nos mantengamos enfocados dentro de los objetivos trazados.
No podemos andar "pajareando" en momentos críticos, cuando el equipo tiene que cerrar filas y concentrarse en el trabajo.
Lamentablemente, en cada ambiente laboral hay una unidad que anda saliéndose por la tangente, cambiando sus prioridades a última hora, alterando todo el orden, secuencia y horas tope.
Se trata de personas que al parecer son incapaces de organizarse correctamente, o sencillamente son muy perezosos mentalmente para enfocarse.
Cualquier trabajo que dependa de equipos requiere que todos laboren mancomunadamente, en armonía y en sincronía. Cualquiera que se salga del ritmo, altera invariablemente a los demás.
A todos nos sucede en algún momento que nos ocurre un inconveniente o una urgencia que nos hace retrasarnos o nos obliga a replantear nuestras prioridades y nuestro calendario, pero cuando esto sucede todos los días, algo anda mal con nosotros.
A algunas unidades les da dizque por almorzar en horas diferentes a las que les toca, o alteran por pereza o conveniencia la secuencia de sus responsabilidades, y el resto de sus compañeros quedan fuera de base. En consecuencia, las metas se pierden, y hay que replantearlas.
Hay un límite para la comprensión y tolerancia en estas situaciones, porque mientras más se extienden estas "salidas por la tangente". Al final, si no se saca a la pieza del engranaje que es defectuosa, todo el sistema se vendrá abajo, tarde o temprano.