Don Arcelio nació un 22 de mayo de 1926. Se inició en la ejecución del violín, de manera empírica, cuando apenas cifraba los 14 años de edad (1940), en un violín rústico construido por él mismo, pues desde pequeño le gustó la música.
Sus padres fueron Pablo González e Isabel Bravo.
El pasado domingo 29 de octubre falleció, a la edad de 80 años, el destacado violinista popular de La Pasera de Guararé, Provincia de Los Santos, Don Arcelio “Chelo” Bravo, hecho que conmocionó, especialmente, a la región de Azuero, donde era muy conocido y apreciado.
En aquellos tiempos, a las personas se les daba, indistintamente, el apellido del papá o de la mamá.
A él lo apuntaron con el apellido de su madre: Bravo.
PRIMER BAILE Y MEDALLAS DE ORO
Su primer baile lo amenizó en 1947 cuando tenía 21 años de edad.
Durante su intensa vida artística obtuvo tres medallas de oro en concursos de violines, dos medallas de oro de honor al mérito, 23 certificados de reconocimiento y 15 pergaminos de honor al mérito otorgados por diferentes instituciones gubernamentales y no gubernamentales del país.
En 1990 fue galardonado con el Premio “Cultores del Folklore”, en el Festival Nacional de la Mejorana, en Guararé.
Compuso innumerables cumbias, danzones-cumbias y pasillos, composiciones de las cuales recordamos por el momento: “Homenaje a Ceferino Espino”, “Chitreanita”, “Las Hermanas Vargas”.
EL VELORIO DE LA CRUZ
Su maestro –se puede decir- fue el gran violinista ya desaparecido -también de La Pasera- don Vicente Herrera, quien era también el padrino de bautismo de Don “Chelo”.
En La Pasera se celebra todos los años una tradición: El Velorio de La Santa Cruz. Don “Chelo” participó siempre en esa festividad religiosa, donde Vicente Herrera era la figura principal en cuanto a acompañamiento musical.
Al morir Vicente Herrera, hace ya muchas décadas, Don “Chelo” Bravo suplantó a Herrera quedando con ese legado de ejecutar la música, para acompañar los versos dedicados a la Cruz y toda la ceremonia religiosa, hasta este año en que ha marchado hacia la eternidad.
ANéCDOTAS
Don “Chelo” fue siempre una persona alegre y jocosa. Le gustaba recordar que una vez –siendo muy joven- durante una fiesta, se tomó unos tragos y montado en un caballo, quiso hacer una gracia.
Le pegó unos chicotazos al caballo y cuando el caballo iba corriendo con él, se tiró de espaldas en un piñolar (matojos de “piñuelas” o “piros” cuyas hojas tienen espinas).
Al recordar esta anécdota, comentaba que a pesar de los tragos que tenía sentía las dolorosas punzadas de las espinas de las piñuelas.
"CINCO ESTRELLAS"
Chelo” Bravo tenía una pieza musical que para él era como un himno. Se llamaba “Cinco Estrellas” y era de la autoría de su padrino Vicente Herrera. Sin embargo, el día de su sepelio acudieron muchos violinistas y ejecutaron “Sentimientos del Alma”, de Francisco Ramírez, porque es una pieza muy bonita y porque todos los músicos se la sabían.
Al escucharse esta melodía en el cementerio, salida del instrumento que él tanto amó, hombre y mujeres, niños y niñas, no pudieron evitar dejar escapar sus lágrimas por ese último adiós al famoso violinista de La Pasera.
La familia Bravo considera un homenaje póstumo la misa que ofició por el descanso de su alma, Monseñor Dimas Cedeño, quizás en agradecimiento por las colaboraciones que don “Chelo” brindó a las fiestas de San Antonio, patrono de Peña Blanca, de donde es oriundo Monseñor Cedeño. “Chelo”
Bravo fue muy colaborador con todas las festividades religiosas y folklóricas que se celebran en la provincia de Los Santos.