La tarde del pasado 17 de septiembre fue para unos 13 mil panameños, quizás la más triste y desoladora que hayan pasado en sus vidas.
A escasos cinco días, el torrencial volvió a amenazarlos y la gente corría de un lado a otro, mientras lloraban y llevaban sobre sus hombros lo que podían. Esas fueron escenas de profunda tristeza.
Pero, más que perder una casa y enseres materiales, todos ellos hoy ven la vida con tristeza, sin esperanzas, y lo peor, viven con el miedo de lo que pasará mañana. Simplemente han perdido la ilusión de vivir.
Diana Molo y Glenroy James, ambos psicólogos que forman parte del equipo interdisciplinario que ha conformado el Gobierno para atender a las víctimas, manifestaron la necesidad de entender las reacciones de los afectados como la irritabilidad y el llanto, actitudes normales en estos casos.
UN ABRAZO, UN GRAN REGALO
En estos momentos frases como: ¡Te quiero mucho!; un cálido abrazo, o llorar la tristeza junto a un amigo o un familiar afectado, constituye un excelente aliciente, de acuerdo a la doctora .
Pero la mayor fortaleza que tienen los que hoy sufren el dolor de las pérdidas está en la familia, que debe compartir su pena.
Ambos psicólogos recalcaron que por ninguna circunstancia el afectado debe abandonar su vida normal, refugiarse en las drogas.
A los adultos, la mejor ayuda la pueden encontrar en sí mismos, si hablan sobre lo que les ocurrió, pues según los psicólogos, esta es la mejor terapia.