Los que nos desempeñamos en la industria periodística sabemos tan bien como nadie las deficiencias con las que salen nuestros jóvenes del sistema educativo nacional.
En el periodismo, todos los años llegan "practicantes" que buscan probar sus conocimientos en el terreno. La mayoría se estrellan con la dura realidad: No han aprendido ni "ñex", para ponerlo en buen panameño. Una vez que salen de las universidades y entran a los medios (los que pueden), entonces es que comienzan a tomar el rumbo; un proceso largo y tortuoso para llegar a la excelencia.
Hay una abismo ancho y profundo entre la demanda de trabajadores calificados y la oferta que sale de nuestras universidades. Y no es que la culpa totalmente de las universidades. Los problemas vienen de antes, desde la educación básica. Una culpa compartida entre educadores apáticos y estudiantes más preocupados por el arranque de la noche, el chateo por internet o la birria de Playstation 3.
La falta de conocimientos básicos, la mala escritura y lectura comprensiva, y una cultura general horrenda es el común denominador en la mayoría de nuestros jóvenes.
La educación es el motor de la sociedad. Si no estamos educados, no vamos a ningún lado.
Pero eso es producto de nuestra propia cultura de ligereza, juega vivo y dejar las cosas a última hora.
Preocupa que el panameño sea un pueblo al que le importa poco el estudio y la lectura. Mejor es la fiesta, la chinguia y la vida disipada. Así, en la misma medida en que rechacemos un libro, y prefiramos gastar el dinero en una caja de cerveza, de la misma forma estaremos condenando al país al abismo, la pobreza y la maldad.
Pueblos más cultos que el nuestro también sufren de violencia extrema, es cierto, pero no es falso que sus niveles de vida también son más altos, y la esperanza de vida digna son mayores.
�Qué tiene de malo que nos preocupemos un poco por estudiar una nueva carrera? �Por qué no leer un poco todos los días para ser mejores personas, y mejor pueblo?
De esa forma aprenderemos cosas nuevas todos los días, y así nos estaremos preparando para un mejor mañana. Desaparecerán fantasmas como la delincuencia juvenil, la violencia intrafamiliar y las drogas. Y si acaso seguimos teniendo esos problemas, serán mejor atendidos que como lo son ahora, en medio de indiferencia general y corrupción.
