Todos tenemos sueños. Es más, todos debemos tenerlos, porque son el motor que impulsa nuestro deseo de superarnos o de alcanzar nuestras metas.
Lo que no podemos esperar es que sólo soñando vamos a alcanzarlas. Pero muchos de nosotros andamos así: pensando mucho y haciendo poco, para al final quejarnos de lo poco que hemos logrado.
A veces tenemos buenas ideas, hacemos planes mentales sobre lo que quisiéramos para el futuro, pero no movemos un dedo para hacerlos realidad.
¿Por que? Porque soñar no cuesta nada, pero las acciones para hacerlos valer sí requieren una inversión persona en tiempo y/o dinero, y muchos de nosotros carecemos del valor para hacerle frente a todo es esfuerzo.
Aún así, algunos se bañan en falsas esperanzas sobre sus planes; sonríen en la soledad, pensándose triunfadores, pero cuando vuelven a la realidad, están demasiado cansados u ocupados para ponerse a trabajar en sus sueños. Todo lo dejan "para mañana".
Cuando uno les pregunta "¿ya comenzaste a trabajar en la idea que me dijiste?", te sacan toda clase de excusas, o te salen con la clásica respuesta: "Estamos trabajando en eso".
El asunto es que trabajar para lograr los sueños implica el riesgo de verlos hechos trizas en la realidad.
Pero, estimados lectores, nadie se sale de la podrida haciendo castillos en el aire. Si nos pasa por nuestra mente algo que realmente vale la pena para salir adelante, más nos vale hacer algo al respecto antes de comenzar a quejarnos de que no tenemos suficiente dinero o lamentarnos de que estamos "salao's".
Manos a la obra, si queremos ver nuestros sueños realizados.