La Asamblea Nacional de Diputados aprobó ya en segundo debate las reformas a las leyes relativas al transporte público de pasajeros. Lo más trascendental de todo es que se permitirá la inversión extranjera para modernizar el sistema que hoy se utiliza para trasladar diariamente a más de 800 mil ciudadanos que hoy día se movilizan en autobuses y taxis.
El resto de las reformas no introduce nada nuevo y más bien reiteran disposiciones contempladas en anteriores legislaciones, pero que nunca se han cumplido.
El que los autobuses no tengan equipos de sonido y que el transporte público cuente con los seguros respectivos en casos de accidentes, son temas abordados en anteriores proyectos.
Por eso, lo rescatable del proyecto es la apertura a la inversión extranjera. Ya se habla que el proyecto japonés que combina un metro con monorriel, podría reemplazar la propuesta inicial del Transmilenio colombiano.
Lo importante es que la nueva ley del transporte se haga cumplir y que no quede en letra muerta por culpa de funcionarios refrigerados que no hacen el mayor esfuerzo para ejecutar las acciones que les corresponden.
De igual modo, la población panameña merece un servicio digno de transporte que los lleve de manera rápida, segura y económica a sus destinos. De seguro que el cambio será gradual. Todavía tendremos que ver por algunos años más a los "diablos rojos" circulando por las calles del área metropolitana. Mientras dure la transición del sistema, los transportistas deben cambiar de mentalidad y tratar con respeto al usuario, que es el cliente que les permite obtener el ingresos necesario para subsistir.