El escritor Arthur Golden, autor del best seller Memorias de una Geisha, escribió: "Una mente atormentada por la duda no puede concentrarse en el camino que conduce al éxito".
De todos los tipos de censura, la autocensura es la peor. Y lo es porque mata en su cuna las ideas, los planes y los sueños, fomentando a su vez la desesperanza, la pereza, los sentimientos de inferioridad y el pesimismo.
Si antes de mover un dedo para decir lo que sentimos o emprender una aventura vamos a andar reprimiendo lo que llevamos dentro, mejor echémonos a un pozo oscuro, porque estamos conduciendo nuestra vida como autómatas, como vegetales.
Nuestros sueños son los impulsos de nuestro corazón que nos estimulan a buscar una vida mejor, ya sea conquistando a una mujer, estudiando una carrera, poniendo en marcha una idea de negocios, conseguiendo un trabajo, realizando el viaje de nuestros sueños, o cualquier cosa que deseemos.
Es cierto, el mundo está llena de obstáculos, de personas que se nos oponen, de situaciones que nos bloquean, de circunstancias que nos atrasan. Pero de eso exactamente se trata la vida, de ponernos a prueba para nosotros demostrar de qué estamos hechos.
Es mejor aventurarse en algo y fallar en el camino, que sencillamente acobardarse, y darse excusas a sí mismo. Es la forma más patética de transitar hacia el fracaso personal y profesional.
Por lo menos, al intentarlo y fracasar, podemos aprender de nuestra experiencia, lo que nos lleva a replantear nuestros sueños, o volverlos a perseguir usando una estrategia diferente.
Estimados lectores, lo importante es no rendirse nunca. A muchos les toma un minuto el éxito, a otros 40 años, pero sin trabajo duro los sueños que tenemos en la cabeza se quedan en eso, en sueños.